jueves, 15 de mayo de 2014

LO ESPIRITUAL EN LA OBRA DE TÀPIES

“Antes de ejecutar una pintura es preciso estudiar millares de libros”
TONG K´I - TCH´ANG

Tàpies en su estudio

       Antoni Tàpies (1923-2012) fue un artista profundamente intelectual y de inquietudes filosóficas. Abordó la pintura, la escultura y la cerámica, el dibujo y el grabado. Escribió también ensayos sobre estética. En su libro Valor del Arte comenzó un capítulo con la cita que encabeza este artículo y que resume a la perfección la actitud del artista frente a sus obras.
Hombre de amplia formación cultural y valedor de una mística desacralizada, tuvo muchas pasiones e intereses: El romanticismo alemán, la música de Bach, Brahms, Beethoven, Mozart, también la de Wagner, Richard Strauss y Stravinsky.
En sus inicios creativos centró su atención en el surrealismo y, en especial, en la obra de Joan Miró y la pintura metafísica de Giorgio de Chirico. Admiraba al dadaísta Marcel Duchamp y la descontextualización de los objetos que planteaba en sus ready mades. También le influyó hondamente el psicoanálisis de Sigmund Freud, así como la teoría de los arquetipos y el inconsciente colectivo de Carl Gustav Jung, interesándose además por la ciencia moderna.
Pero si hay que destacar un influjo, tanto en su personalidad como en su obra, fue el del mundo oriental, la filosofía china y conceptos como los de vacío y calma de la cultura japonesa. 

      En 1948 fundó el grupo Dau al Set junto a Joan Ponç, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig, Modest Cuixart y Joan Brossa. Contaron con una revista del mismo nombre con artículos sobre arte de vanguardia. Más tarde se unió el poeta y crítico de arte Juan Eduardo Cirlot, quien señaló que las primeras obras destacadas de Tàpies surgieron hacia 1945 bajo la influencia de los collages que Paul Klee realizaba con materiales heterogéneos (pigmentos, cuerdas, alquitrán…).
Desde entonces el artista catalán ha desarrollado su obra experimentando con múltiples soportes (lienzo, papel, madera, cartón), técnicas (grattage, collage, decollage, goteo) y materiales, tanto pictóricos como extrapictóricos  (polvo de mármol, arcilla, arena, yeso, cemento, tierra, cuerdas, paja). El resultado son obras en las que la abstracción gestual y la materia son los protagonistas, una versión europea del Expresionismo Abstracto Norteamericano bautizado como Art informel por el crítico de arte Michel Tapié. Un trabajo de gama cromática reducida y austera a base de blancos sucios, rojos, ocres, tierras, beiges, grises y negros. El historiador del arte Valeriano Bozal destacó como característica esencial en la obra tapiana que la materia adquiere el aspecto de una pared o un muro, distinguiéndose incisiones, huellas, degradaciones y perforaciones.


Materia y bastidor (2009)

        Antoni Tàpies concedió una importancia primordial a la sensibilidad mística y al estado contemplativo, estableciendo nexos de unión entre la experiencia estética y el sentimiento religioso. El arte como vivencia personal, íntima e intransferible, tendría para el artista la capacidad de acceder a lo más profundo del ser humano. Al respecto dejó escrito: “Hoy se sabe como nunca que la obra de arte importante tiene unos efectos autónomos de sugestión metafísica y ontológica que, en algunos casos, pueden llevar a estados contemplativos de identificación con la realidad profunda, muy parecidos a los de determinadas experiencias religiosas. Al fin y al cabo, tanto los sentimientos religiosos como los artísticos provienen de esa facultad común a la naturaleza humana de enfrentarnos al misterio de la existencia por medio de formas analógicas, imaginativas, simbólicas, místicas…”.

En Oriente, la pintura del budismo zen de figuras como Hakuin Ekaku, Sengai y Torei Enji, refleja la conciencia profunda y puede conducir a estados iluminativos. Influido por esta tendencia asiática Tàpies afirmó sin dudarlo que “la materialidad del arte nos traslada a la inmaterialidad del estado contemplativo”.


Puerta metálica y violín (1956)

          En la iconografía de Tàpies la cruz es símbolo constante y fundamental. Su significado está vinculado a la dualidad, los opuestos y la lucha de contrarios: multiplicación-tachado cuando se presenta en aspa, como en Puerta metálica y violín (1956, pintura sobre objeto-assemblage) en la que recurre a materiales considerados por la tradición como antiestéticos (una puerta desvencijada y un violín viejo) con la pretensión de mostrar la espiritualidad existente en los objetos más pobres. Relacionada también con su interés en la cultura china representa el Yin-Yang, como en la obra El uno (1997, pintura y collage sobre madera) que muestra una cruz negra cuyos brazos laterales recogen este concepto (positivo y negativo, el principio activo o masculino y el principio pasivo o femenino, evolución e involución).
La cruz tapiana no está exclusivamente asociada a un contenido devoto, pero sí traduce un sentimiento de espiritualidad al margen de dogmas religiosos institucionalizados. En el artículo Cruces, equis y otras contradicciones, incluido en el libro El arte y sus lugares (1999) argumentó: “El interés por la cruz es una consecuencia de la gran variedad de significados, a menudo parciales y aparentemente diferentes, que se le han dado: cruces (y también equis), como coordenadas del espacio, como imagen de lo desconocido, como símbolo del misterio, como señal de un territorio, como marca para sacralizar diferentes lugares, objetos, personas o fragmentos del cuerpo, como estímulo para inspirar sentimientos místicos, para recordar la muerte y, concretamente, la muerte de Cristo, como expresión de un concepto, paradójico, como signo matemático, para borrar otra imagen, para manifestar un desacuerdo, para negar algo.”


El uno (1997)

      Cirlot resume a la perfección la doble tendencia que muestra el arte de Tàpies “hacia la extrema valoración de los efectos plásticos y hacia la profundización en los abismos del espíritu”. Su abstracción gestual combina la espiritualidad de oriente y occidente, buscando el equilibrio entre espíritu y materia. Al igual que Kandinsky recogió en su escrito De lo espiritual en el arte, el artista catalán concibió el arte como una auténtica necesidad interior y la contemplación artística como una terapia de efectos benéficos para la salud espiritual de artistas y espectadores. 


Artículo publicado para Crac! Magazine NOTAS

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