martes, 22 de julio de 2014

NICOLÁS DE LEKUONA Y LA EXPERIMENTACIÓN FORMAL EN EL ARTE ESPAÑOL DE LOS AÑOS 30

    
    El 14 de abril de 1931, tras elecciones realizadas dos días antes, se proclamó la Segunda República española. Las circunstancias eran complicadas pero el nuevo régimen de vocación democrática ansiaba reformar las estructuras político-económicas y sociales existentes. Después de la dictadura de Primo de Rivera la victoria republicana supuso la apertura a Europa tras años de autarquía y aislamiento forzado.
A esta  agitación en la España de la década de los años 30 le corresponde un período de revolución también en el terreno cultural, de experimentación formal y renovación estética influida por los movimientos de vanguardia europeos. Luego, la Guerra Civil en 1936 trajo represión, regresión, censura y exilio.

   En los años de paréntesis entre una dictadura y una guerra interna en el país, especialmente entre 1932 y 1936, se enmarcó la producción más fértil de Nicolás de Lekuona (1913-1937), artista polifacético que murió prematuramente durante la Guerra Civil víctima de un bombardeo cuando ejercía de camillero recogiendo a los heridos en combate. El creador vasco tuvo que incorporarse al servicio del Ejército Nacional cuando las fuerzas franquistas se impusieron a la resistencia republicana en el País Vasco. A pesar de su breve vida dejó un legado artístico contundente y de gran calidad que le convierte en uno de los máximos representantes de la vanguardia española.

Sin título, 1934-1935

   El arte realizado en la década de los años 30 se caracterizó por la experimentación artística en relación a materiales y procedimientos empleados en el proceso creativo, teniendo como presupuestos fundamentales la innovación y la investigación formal. Las novedades llegaron de la mano de la publicidad y de la propaganda bélica, recurriendo ambas a técnicas creativas como el collage y el fotomontaje. El primero, tuvo sus inicios en manos de los pintores cubistas; el segundo, apareció unos años más tarde y fue desarrollado especialmente durante el periodo de entreguerras por los grupos de vanguardia más beligerantemente críticos con la situación europea. Además de contenido político o de crítica social, tanto el collage como el fotomontaje, así como la fusión de ambos en el fotocollage, fueron prácticas que se emplearon en el sector publicitario para marcas de productos comerciales y también con fines pura y exclusivamente estéticos.
La cercanía del país galo propició la llegada de las innovaciones artísticas de la vanguardia cubista, dadaísta y surrealista que tenían en París su capitalidad. Nombres como Man Ray, Moholy-Nagy, John Heartfield, Karl Steiner, Paul Joostens, Raoul Hausmann, George Grosz, Kurt Schwitters y Max Ernst se convirtieron en referencias habituales para los artistas locales.

Sin título, 1934
   
   En España, cobró importancia el desarrollo del cartelismo publicitario para productos industriales, destacando en ello el nombre de Pere Catalá Pic. Pero fue especialmente significativo que numerosos artistas se manifestaran ideológicamente por medio de su arte durante el conflicto bélico interno. En este sentido, los fotomontajes y sobreimpresiones fueron los medios creativos habitualmente empleados. Detrás del auge del cartelismo republicano se encuentran figuras como Carles Fontseré, Vicente Ballester y Josep Renau, con obras de marcado impacto visual en las que la tipografía suele ocupar también un aspecto importante pues a través de ella se transmite el contenido político e ideológico.
Durante estos años de la Segunda República en España, la información sobre la Revolución Soviética se hizo accesible, lo que vinculó a los cartelistas y a Lekuona con el Constructivismo Ruso y con el trabajo de artistas como Rodchenko o El Lissitzky, cuyas obras destacaron por la fusión de fotografía, collage, diseño y tipografía. Sus creaciones se caracterizaron por un lenguaje sencillo, directo y fácilmente comprensible para la población a la que pretendía hacer llegar el mensaje.

    Nicolás de Lekuona desarrolló sus estudios en Madrid entre los años 1932 y 1935. En la capital se vinculó con la vanguardia artístico-literaria del momento, asistiendo a conferencias, exposiciones, proyecciones de películas y a tertulias en estudios y cafés, siendo la más famosa la tertulia del Pombo liderada por el escritor Ramón Gómez de la Serna.
En 1935 regresó a San Sebastián. La ciudad vasca se localiza en un punto estratégicamente situado, a pocos kilómetros de la frontera con Francia. De allí llegaba información acerca de las nuevas corrientes artísticas convirtiéndose éstas en modelo de referencia, y en Nicolás de Lekuona es posible rastrear clarividentes influencias del Dadá, el Surrealismo y la Nueva Objetividad.

Niños, 1933

   El artista se desenvolvió con soltura en múltiples técnicas: dibujo, pintura, collage, fotografía, fotomontaje y “fotocalquídea”. También realizó libros de artista y escribió poesía.

Realizó sus fotografías con una modesta Kodak Rainbow. Sólo para los últimos carretes de 1935 y 1936, empleó una Leica prestada. Moholy-Nagy, Kertész o Cartier-Bresson fueron referentes en su trabajo. Son fotografías con una estética en la que abundan picados y contrapicados, tomas a vista de pájaro o primeros planos, encuadres diagonales, efectos de distorsión, juegos de luces y sombras. Es una obra muy influida por el cine y la vanguardia rusa. En este aspecto destacan sus retratos familiares que recuerdan a la fotografía de personajes de Rodchenko o el cine de Eisenstein.

  A partir de su experiencia con la fotografía desarrolló una nueva técnica en las llamadas fotocalquídeas. Un procedimiento a medio camino entre el grabado y la fotografía que recuerda en cierta manera a los cliché-verre de Corot en el siglo XIX. En este caso, el artista aplica tinta sobre la película fotográfica de forma directa y combina la imagen negativa captada por la cámara con dibujos y poesía escrita.

   La exploración en el terreno fotográfico le llevó fundamentalmente al fotomontaje de estética surrealista y de marcado contenido poético-onírico, con ambientaciones en espacios irreales. Sólo algunos presentan contenido político. Están poblados por figuras masculinas (atletas, prisioneros, trabajadores, figuras militares, hombres de negocios, deportistas) y desnudos de mujer, además de fragmentos de arquitectura racionalista. La muerte aparece también en muchos de ellos personificada en la calavera. Lekuona los realizó con reproducciones fotográficas de revista, prensa y en algunos casos con fotografías sacadas por él mismo.

Sin título, 1935

    La mayor parte de la producción de Nicolás de Lekuona fue desarrollada por el artista en la década de los años 30, coincidiendo con un ambiente político-social inestable y convulso, pero con una atmósfera cultural en plena efervescencia creativa vanguardista. El artista vasco falleció muy joven, en un momento de búsqueda de su identidad y personalidad como creador. A pesar de su prematura muerte dejó un prolífico legado ejemplo de todo un artista renovador y con vocación experimentadora. Polifacético técnicamente y poseedor de una creatividad en constante evolución, su espíritu inquieto fomentó la rápida maduración de su producción. Pionero del fotomontaje en España fue un auténtico renovador de las artes plásticas.


Artículo publicado para Crac! Magazine Notas


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