martes, 28 de abril de 2015

LA ESTÉTICA DE LO PINTORESCO: ORIGEN, DESARROLLO Y REPERCUSIÓN CONTEMPORÁNEA

“El hombre que se enfrenta a la naturaleza en forma de paisaje ya no vive en la naturaleza sin reflexión. Se ha alienado de ella y ya solo puede formar una unidad con ella en la mediación estética”

NORBERT WOLF

Lo pintoresco agrada y la variedad es una de sus características fundamentales. ¿A qué nos referimos exactamente cuando empleamos este término para designar algo? Pintoresco puede tener dos acepciones. Por un lado, remite a una cualidad formal de lo pictórico, aludiendo al color, la luz o la sombra. Por otro, se asocia a aquello (sea un objeto o un paisaje) que presenta una determinada cualidad que atrae y seduce a los sentidos y que por ello merece ser pintado.

El concepto de lo pintoresco como categoría de la experiencia estética se desarrolló a comienzos del siglo XVIII, empleándose para designar especialmente a la pintura de paisaje. Su origen remoto se sitúa en el Manierismo, en la figura de Jerónimo Cardano (1501 – 1576) quien teorizó sobre el arte a partir de la subtilitas, una noción que haría referencia a todo aquello complejo e intrincado, difícil de percibir por los sentidos o por la razón. Dicha dificultad de conocimiento no constituye un obstáculo para experimentar placer sino que el hombre alcanza una mayor satisfacción estética cuando logra captar algo que es difícil de percibir, derivando el placer del reto que supone superar la adversidad. Además de la sutilidad o subtilitas, como anticipo de la estética prerromantiscista que vira hacia el subjetivismo, en el Alto Renacimiento aparece también el concepto de lo grotesco, que alude a lo extraño, lo extravagante, lo novedoso y lo original, aquello que se aparta de la norma estética convencional.

Los cimientos de la estética contemporánea descansan en la Gran Bretaña del siglo XVIII al amparo del Empirismo, una corriente filosófica surgida en el siglo anterior que aunó a pensadores de distintas orientaciones cuyo nexo común fue la importancia que otorgaron al conocimiento y a la experiencia sensible frente a lo racional. El gusto como facultad estética y el análisis de la belleza, lo sublime y lo pintoresco como fuentes del placer sensitivo, se convirtieron en materia clave de reflexión. A partir de ese momento, el centro de interés de los temas estéticos se desplazó del objeto al sujeto y a los sentimientos que en él se despiertan tras la contemplación del objeto en cuestión. Este aspecto es fundamental en el arte actual y su interacción con el público contemporáneo, del que cada vez se requiere una mayor participación tanto física como intelectual para aproximarse a las obras de arte.
                                                                                                                 
Joseph Addison (1672-1719) fundó la estética prerromántica a través de ensayos para el periódico The Spectator (1711-1712). En su obra The Pleasures of the Imagination reflexionó sobre la imaginación entendida como facultad estética y sobre las fuentes del placer estético: la belleza, la grandeza y la singularidad. Con ello sentó las bases de las tres poéticas que el Romanticismo desarrolló más adelante: lo bello, lo sublime y lo pintoresco. Ésta última noción excluye al espectador de la monotonía, el tedio y la rutina mediante la sorpresa, la curiosidad y la novedad.
El concepto de lo singular de Addison fue retomado por el pintor y grabador inglés William Hogarth, quien en su obra The Analysis of Beauty (1753) consideró que la variedad y la complejidad proporcionan placer estimulando la mente del sujeto observador. Tales fines se conseguirían a través de las líneas ondulada y serpentina.
Siguiendo esta estela, William Gilpin (1724-1804) en sus Three Essays on Picturesque Beauty, on Picturesque Travel and on Sketching Landscape (1792), caracterizó lo pintoresco como aquello que tiene la capacidad de complacer sensorialmente y la cualidad de poder ser representado pictóricamente. Sus principales atributos serían, de nuevo, la variedad y la irregularidad como base para crear diferentes formas, contrastes de luz y sombra y gradaciones de color. Para Gilpin la interpretación pictórica del paisaje está estrechamente ligada a la idea de ruina considerando que, si fuera necesario, el artista debería arruinar todo edificio representado para que éste ganase en pintoresquismo.



Apuntes de William Gilpin

           Las teorizaciones sobre lo pintoresco se prolongaron vía ensayos como An Analytical Enquiry into the Principles of Taste (1805) de Richard Payne Knight, y An Essay on the Picturesque as Compared with the Sublime and the Beautiful (1794), de Uvedale Price. Las ideas de Price sobre este concepto fueron punto de referencia para artistas del siglo XX como Robert Smithson, uno de los principales representantes del Land Art.
El Land Art es una manifestación artística de carácter procesual que surge en Estados Unidos a finales de la década de los sesenta del siglo XX y luego se extiende internacionalmente. Consiste en realizar acciones sobre un territorio o espacio natural que tendrán un carácter efímero ya que el resultado es modificado continuamente por los agentes atmosféricos. La capacidad destructora de la naturaleza, símbolo de la fugacidad, ya había sido máxima del pensamiento de Gilpin y de su idea de lo pintoresco vinculado a la ruina.



Monumentos de Passaic

Smithson publicó en 1967 en la revista Artforum un artículo titulado “Los Monumentos de Passaic. ¿Ha sustituido Passaic a Roma como Ciudad Eterna?”. Este texto surgió como consecuencia de un viaje a Paissac, su pueblo natal localizado al noroeste de Nueva York y durante el cual realizó fotografías. En él se aprecia una sensibilidad próxima a la de Price o Gilpin, presentando de manera descriptiva un paseo pintoresco por este paraje periférico afectado por la industrialización.
Smithson se interesó por los paisajes antropizados, degradados por la mano del hombre, materializándose sus ideas en obras como Spiral Jetty, construida en un mar desecado, o Broken Circle y Spiral Hill, ambas en una cantera de arena.  La estética de estas intervenciones tiene su precedente en textos como Essay on the Picturesque de Price: 

“El aspecto de una lisa colina verde, desgarrada por torrentes, puede en principio considerarse  con mucha propiedad como deformada, y por el mismo principio, aunque no con la misma impresión, como una cuchillada en un animal vivo. Cuando la crudeza de una cuchillada así en la tierra se suaviza, y en parte se oculta y adorna por los efectos del tiempo y del aumento de la vegetación, la deformidad, por este proceso natural, se convierte en pintoresco; y esto es lo que sucede con las canteras, con las minas etc., que al principio son deformidades y que, en su estado más pintoresco, son consideradas como tales por un aprendiz de topografía”.


Spiral Jetty (1970, Robert Smithson)

La estética de lo pintoresco repercute en otros artistas del Land Art. Richard Long extrae materiales de la naturaleza y los ordena en espacios interiores de galerías y museos. Así, el aspecto fundamental de estas obras se centra en las expediciones en las que recolecta ramas y piedras que va encontrando. Caminar y recolectar para Long son dos maneras de acercarse al paisaje y en su trabajo esta parte procesual previa, que podría calificarse de paseo pintoresco, es el aspecto clave.

Cotopaxi cicle (Along a twelve day walk in Ecuador, 1998, Richard Long)

Rafael Argullol señaló que “el paisajismo romántico lejos de ser una genérica pintura de paisaje, es primordialmente la representación artística de una determinada comprensión y aprehensión de la naturaleza. Es un  marco que trasciende lo puramente físico”. Lo pintoresco supone una nueva relación del individuo con el espacio, un cara a cara del hombre con la naturaleza del cual surge una conexión emocional que tiene como base una estética subjetivista. 
En el Land Art el concepto de lo pintoresco y su relación con la naturaleza avanzan un paso más. El paisaje, además de motivo artístico, pasa a convertirse en material plástico pues, como afirmó Andy Goldsworthy, “la obra es el lugar”.



Artículo publicado para la revista Arte Sie7e
http://www.revistaartesie7e.com/


miércoles, 22 de abril de 2015

ENTREVISTA A ANTONIO BLANCO PRIETO

      Bcollector entrevista a Antonio Blanco Prieto, Doctor en Psicología, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y Posgraduado en Marketing por ESADE. En el ámbito profesional, ejerce la dirección de la Fundación Alimerka desde 2004 y es profesor asociado en la Universidad de Oviedo. Está especializado en la gestión de organizaciones con fines sociales, interesándose por los ámbitos del mecenazgo y la responsabilidad social corporativa.
En la faceta divulgativa, es ponente y autor de textos sobre Psicología, sociedad y estilos de vida contemporáneos en los que utiliza la cultura, y especialmente el Arte, como herramienta didáctica. A través de estos libros y conferencias difunde algunas obras propias lo cual le permite compartir parte de su colección. Una colección construida a paso lento junto a su mujer Carolina Viciana y cuya configuración se caracteriza por articularse a partir de dos líneas estéticas opuestas pero complementarias: la abstracción geométrica y la nueva figuración, en especial aquella que refleja la vida social contemporánea.
Antonio Blanco Prieto

Antonio ¿cómo entraste en contacto con el arte y el coleccionismo?

Bueno, en realidad nunca he estado lejos del arte. De hecho algunas personas de mi círculo más próximo recordarán dos exposiciones de pintura que realicé a los dieciocho años. Estaba influido por el expresionismo y me lancé a crear, precozmente, con la convicción de estudiar Bellas Artes. Pero una madre a la que me gusta describir como fusión de mamma al estilo Napolitano y lectora de Jovellanos, me hizo una prohibición en firme: cualquier carrera menos las bohemias. Y durante mucho tiempo valoraba cómo dedicar la vida al ámbito cultural, hasta comprender que un proyecto de colección, real o imaginario, también es un proyecto creativo y artístico.

Por ello más que coleccionar, en mi caso se trata de un proyecto de reducido presupuesto con obras adquiridas y otras trocadas por trabajo, objetos... ¡Incluso recuerdo con cariño haber intercambiado horas de trabajo por un pequeño cuadro! La artista Maite Centol necesitaba ordenar un archivo inmenso de documentos para elaborar un proyecto de intervención social y cultural, y yo deseaba alguna obra suya de pequeño formato, así que se unieron la necesidad y el deseo y ella tiene un trabajo documental y yo dos lienzos estupendos, uno de ellos de apenas 12x18 cm, que valoro especialmente.

Pero en esta pequeña locura también está implicada mi mujer, en realidad es un proyecto de pareja, y ya la primera compra la hicimos juntos. Teníamos unos pequeños ahorros y, ante un depósito en el banco o un cuadro para nuestra vivienda, optamos por lo segundo.

¿Cuándo y cómo comenzasteis a coleccionar? ¿Preveíais cuando adquiristeis la primera obra que sería el inicio de una colección?

La idea de coleccionar arte tiene una connotación solemne a la cual, por diferentes motivos, resulta difícil asociarse. Por ello debo indicar que no somos coleccionistas sino aficionados que disfrutan de un grupo de obras. Y recuerdo perfectamente cómo y dónde tomamos la decisión de adquirir la primera.
Llevábamos tiempo visitando galerías y pensando en la posibilidad de comprar algún cuadro, y en una escapada de fin de semana íbamos hablando todo el tiempo del tema. Solo nos faltaba impulso para romper con los convencionalismos y, en vez de ser pequeños ahorradores, disfrutar de un cuadro en un apartamento de 50 metros cuadrados. Y entonces, alguna curiosa motivación se activó en aquel momento, pues paramos a descansar en Castro Urdiales y llamamos a una Galería para reservar una obra que habíamos visto semanas atrás. “Póngale el punto rojo, por favor, que la próxima semana intentaremos pasar a por ella”, dije por teléfono con mezcla de inocencia y satisfacción. Como dice el libro de Patti Smith, “Éramos unos niños”.
Y se abrió el melón, y ahora no sabes muy bien cómo dirigir esta dinámica…bueno, en nuestro caso los espacios nos salvan de la adicción, pues no deseamos acumular obras como si fuesen trofeos u objetos en un depósito, sino elementos de nuestra vida cotidiana. 

¿Cómo definirías la figura del coleccionista?

No es sencillo perfilar un tipo ideal de coleccionista, pues al menos pienso en tres estilos: los materialistas, los filántropos y los aficionados o pequeños coleccionistas. Los primeros quedan bien reflejados en el artículo “El coleccionista. Criatura voraz” publicado en el blog Los placeres y los días, del genial y elegante Cósimo de Monroy, alter ego de Bruno Ruíz-Nicoli. En esta entrada, Cósimo dibuja un perfil de personas en un mundo ajeno, saltando de feria en feria y gastando cantidades ingentes en artistas desconocidos para el común de los mortales. Se trata de un perfil bañado en cierto halo de fascinación elitista, especialmente cuando los encuentras en ferias de arte, pero sin duda en un mundo ajeno a la realidad de la calle.

En segundo lugar identificaría a los auténticos mecenas culturales, motivados por el amor al arte pero también por la filantropía, por el deseo de construir una colección singular con ánimo de ser expuesta y compartida en algún momento con la sociedad, como observamos ahora en el ejemplo de Helga de Alvear. Quizás ésta se la imagen más apreciada por los medios de comunicación y por muchos profesionales del sector, pero también contrasta con la realidad de numerosos pequeños coleccionistas, de posibilidades más modestas.
Por último señalaría a éstos, los amateurs o compradores esporádicos, cuya motivación básica es sentirse próximos al mundo del arte, y su meta sería disfrutar de un grupo reducido de obras. Estos compradores ocasionales de obras de arte, entre los que podría incluirme, ¿podrían etiquetarse como coleccionistas? Me surgen dudas… Lo que sí tengo claro es que es un perfil necesario, apoyando a las galerías y la creación de los artistas de su entorno. Si bien el primer tipo de coleccionista descrito, y en menor lugar el segundo, logran mantener un sistema de ferias, galerías y artistas estrella, los pequeños coleccionistas y aficionados apoyamos otro sistema artístico que se encuentra fuera de la primera línea global pero que juega en la primera línea de nuestro mundo y realidad próxima. Por ello creo que todos, sin excepción, son mecenas necesarios para mantener el latido del mercado del arte. 

¿Qué artistas podemos ver en vuestra colección? ¿Y qué disciplinas prioritariamente?

Pintura, prioritariamente dibujo y pintura, y alguna obra de fotografía. Desde trabajos figurativos de Chechu Álava o su hermano Juan Fernández hasta fotografía arquitectónica de Juan Baraja pasando por la obra de Irma Álvarez-Laviada y su reflexión sobre el vacío. 

Sobre el contenido, mostramos una marcada preferencia por dos estilos en apariencia opuestos: la nueva pintura figurativa y la abstracción geométrica. La primera, con referencias culturales y estéticas contemporáneas, sin importar demasiado la presencia de personas, objetos o edificios en la composición, y la segunda, libre de elementos, absolutamente limpia. Esta dualidad podría considerarse complementaria porque permite sentir el contenido y la forma. Y también complementaria porque obedece a los gustos más personales de la pareja: mi mujer apuesta por la nueva figuración y yo por la abstracción geométrica.

En todo caso, apreciamos especialmente el trabajo de creadores nacidos en la década de los sesenta y los setenta del siglo pasado, por ser coetáneos y compartir una visión común de la realidad. 

Au revoir Mr. Freud, de Chechu Álava

¿Por qué coleccionar arte contemporáneo y no de otro periodo? ¿Qué te aportan las manifestaciones artísticas coetáneas para que te decantes por ellas?

Para ampliar la mirada a la época en la que estamos inmersos. A través de sus creaciones, los artistas nos aportan otras miradas que podemos incorporar a nuestra forma de interpretar la realidad. Por esto valoramos especialmente la nueva figuración, en especial la que incluye referencias de los medios de comunicación, el cine, la música o la literatura contemporánea, pues ofrece imágenes próximas pero percibidas desde un enfoque diferente.

Reconozco que en algunas ocasiones no logro ver un lugar sin asociarlo a la imagen plasmada por algunos creadores del mismo. Me ocurre especialmente con las salas de espera en los aeropuertos, que tiendo a verlas bajo el prisma de los cuadros de Gonzalo Sicre o de Federico Granell, o cada vez que conduzco por la Autopista del Huerna, que une Asturias y León, por la zona de los pinares, me siento frente a un cuadro de Juan Fernández. En especial los días nublados.

¿Sueles pedir asesoramiento artístico o te guías por varemos totalmente personales y subjetivos? Y tus elecciones ¿qué porcentaje tienen de reflexión y qué porcentaje de impulso?

El momento de la atracción por la obra es absolutamente emocional, y la razón se presenta en un segundo momento para valorar la necesidad o la posibilidad de acceder a la ella. Pero el primer momento, para nosotros, sin duda es emocional, pues como recuerda el neurólogo Francisco Mora existe un fundamento neurobiológico del arte y la belleza. Cuando alguien percibe un cuadro como bello, en su cerebro se activan áreas cuya actividad se relaciona con estados como el amor, la escucha de música o la visión de fotografías placenteras.

Sobre el asesoramiento, más que información técnica valoramos especialmente la amistad de los galeristas, su opinión sobre un artista, obra o estilo. De hecho, en nuestra introducción en el mundo del arte resultaron imprescindibles galeristas con quienes compartimos generación e inquietudes. Recuerdo con especial cariño a Adriana y Diego Suárez, y por supuesto a Nuria Fernández y Natalia García, organizadoras del foro sobre coleccionismo BCollector

¿Has observado alguna evolución en tu gusto estético desde que comenzaste tu colección? ¿Crees que el desarrollo de una colección va de la mano con el proceso de maduración del coleccionista?

Esta cuestión la he pensado en diferentes ocasiones pues recuerdo perfectamente mi atracción por el expresionismo en la adolescencia y, posteriormente, desperté un interés tan marcado por el surrealismo que incluso inicié un proyecto fin de licenciatura sobre el método paranoico-crítico de Dalí, y me planté seriamente realizar la tesis doctoral sobre Surrealismo y Psicoanálisis, aunque no resultó posible encontrar un tutor especializado en este área de conocimiento. Imagínate si en este sentido la maduración influye que hoy, si tuviese que vérmelas en la misma situación, investigaría sobre el campo de la nueva figuración y su relación con la sociedad y los estilos de vida actuales.

¿Alguien podría decir que no evolucionamos? Me encantaría mantener una coherencia estética y lograr un mayor dominio y especialización en un campo, pero es algo imposible, pues los gustos empujan nuestro comportamiento…y al menos en mi caso estos gustos me están llevando, de forma no consciente, desde un barroquismo hasta una depuración progresiva de elementos, desde los escenarios surrealistas hasta la máxima limpieza. Aunque temo que, si sigo esta tendencia….¡acabaré entregado exclusivamente a las composiciones de blanco sobre blanco! De hecho, soy un gran admirador de la joven promesa Jezabel Rodríguez y sus delicadas pinturas y fotografías en la que se aprecian objetos blancos ante fondos blancos.

ST, Aguas Livres, de Juan Baraja

Eres autor de varios textos sobre Psicología, sociedad y estilos de vida contemporáneos. Tu última publicación lleva por título “Las claves de la motivación” (Ediciones B, 2014) y en ella insertas obras de tu colección particular para reforzar el contenido de diferentes capítulos. ¿Cuáles son las claves de la motivación de un coleccionista?
En este libro dedico un capítulo a la Motivación por la belleza, concretamente a la búsqueda de la belleza como fuerza capaz de activar nuestra motivación, y en él cuento cómo el médico estadounidense Albert C. Barnes, que alcanzó una importante fortuna a comienzos del siglo XX con la comercialización de un antiséptico llamado Argyrol, manifestó que sus inquietudes reales se encontraban en el arte, pues éste activaba una motivación profunda de carácter estético, motivación que parece surgir de diferentes tipos de necesidades. Necesidad de poseer, de expresarse libremente a través de la creatividad, de ponerse a prueba o, quizás, de ordenar y clasificar objetos valiosos para sentir dominio sobre las cosas. Pero también necesidades vinculadas a sentimientos de inseguridad o deseos de superación. Muchas pueden ser las necesidades que llevan a una persona a rodearse de objetos de arte, comenzando tímidamente con la adquisición de una obra y dejándose arrastrar por una conducta que en ocasiones puede llegar a ser obsesiva, que nunca parece saciarse. 

Este planteamiento encuentra numerosos ejemplos en los grandes coleccionistas, pues no pocas personas que han logrado un sólido patrimonio emplean el dinero como medio para vivir entre objetos que consideran hermosos, poseerlos y ofrecerlos posteriormente a la sociedad de la que forman parte. En la actualidad, Patricia Phelps de Cisneros, o los empresarios Pérez Simón y Juan Abelló son sólo algunos de los ejemplos de filántropos que han transformado la motivación por el arte y la posesión de la belleza en una necesidad vital. Para muchos, esta necesidad no ha de ser individual sino desembocar en una motivación de carácter social, facilitando a otras personas el acceso a las colecciones y, como deseaba Barnes, ayudando a desarrollar la sensibilidad estética de los ciudadanos. 


Rebeca Menéndez en el libro "Las claves de la motiación"

Y tú, personalmente, ¿qué buscas satisfacer cuando adquieres una obra de arte?
Al margen de aquellos motivos no conscientes, que se me escapan totalmente y no espero descubrir, reconozco tres necesidades de las que sí soy plenamente consciente: en primer lugar la necesidad de romper la rutina y crear espacios personales, en los que disfrutar una vida como arte o, al menos, una vida entre arte.
En un segundo plano estaría la necesidad de colaborar con la creación, de adquirir obra de personas que necesitan un apoyo para continuar creando y ofreciéndonos una vida cultural dinámica y creativa. Si mostramos compromiso con este sector, al igual que ocurre con otros sectores culturales, a través de la compra de artículos por sencillos y económicos que puedan ser, estaremos colaborando con la conservación de la cultura y la creatividad en la sociedad de la que formamos parte.
Y por último, no puedo negar la necesidad de organizar el exceso de estímulos e información que nos rodea, por eso me gusta cubrir cuadernos donde anoto ideas para organizar una pequeña colección, con obras propias y con otras que no me importaría nada disfrutar. Por eso podría hablar de una colección real y de una colección imaginaria, que plasmo en cuadernos y cuyas imágenes suelo utilizar en todas las presentaciones y charlas, con independencia del tema que trate, pues siempre es más ameno hablar con una fotografía o reproducción de un cuadro tras la espalda, que con un listado de frases.   

Cuaderno de coleccionista, por Antonio Blanco

Como director de la Fundación Alimerka desde 2004, tu labor profesional está estrechamente vinculada a los ámbitos del mecenazgo y de la responsabilidad social corporativa. ¿Cuál es tu opinión sobre la actual Ley de Mecenazgo?
Hablar de Ley de Mecenazgo implica hablar de fiscalidad, de incentivos fiscales a la colaboración con fines de interés general. Y en este sentido tenemos ejemplos en la económica de nuestro país que manifiestan una relación directa entre incentivos fiscales e incremento de un sector concreto. Como en su momento la deducción por compra de primera vivienda. Por ello si se bonificase fiscalmente la compra de arte, podríamos intuir un incremento importante de este mercado, pero no tengo claro que esta solución despierte un interés sostenible por el arte. Quizás para asegurar un mercado estable y una sociedad más sensibilizada con el valor de la cultura, además de la fiscalidad deberá implantarse la educación para la cultura y el arte…y eso, me temo, está muy lejos de los intereses pedagógicos actuales.

Y, por otro lado, ¿qué beneficios aporta el arte a una empresa como Alimerka que, en principio, nada tiene que ver con el sector cultural? ¿Qué iniciativas tomáis desde su Fundación para apoyar el arte y la acción cultural?
Comenzaré por la última cuestión. Actualmente, en la Fundación Alimerka no tenemos ninguna línea de trabajo en el ámbito del arte, al centrar la actividad en el campo de la alimentación, la salud y la mejora de calidad de vida de colectivos especialmente vulnerables. No obstante, aunque desde 2010 la Fundación ha ido especializándose progresivamente en estos ámbitos, con anterioridad sí se trabajaba con una misión generalista y por tanto tenían cabida proyectos diversos, entre ellos los artísticos. De hecho algunas colaboraciones, como la presentación en Bruselas de jóvenes creadores asturianos, guardan un recuerdo especial en nuestra entidad.
Desde la perspectiva de la empresa, se ha impulsado en su momento la adquisición de obras de arte para las instalaciones del Centro Logístico, con presencia de obras de artistas asturianos como Juan Fernández, Rebeca Menéndez o Helena Rato, esta última con intervenciones site-specific de gran formato en las salas de reuniones, de alto impacto visual y sensorial tanto para trabajadores como para visitantes. Y esto ya supone un valor intangible.

Y para finalizar, ¿te aventuras a dar algún consejo para los nuevos coleccionistas?

Entrar en las galerías, sin miedo, disfrutar de las inauguraciones y hablar con los protagonistas, con los galeristas y artistas. Decir sin complejos nuestro nivel de conocimientos y presupuesto y buscar una primera obra que sea absolutamente coherente con las inquietudes y gustos, sin dejarse llevar por las tendencias ni mucho menos por la inversión. El arte puede ser una inversión, no lo dudo, pero quizás no rentable en términos monetarios, pues la rentabilidad será ante todo en valor estético.
Y para dar el primer paso solo hay que pensar que, ante la disyuntiva de una lámina reproducida hasta la saciedad y una obra de un joven creador, siempre será más gratificante la segunda opción. ¡Sin duda!


Cuaderno de coleccionista, por Antonio Blanco



Entrevista realizada por Natalia Alonso Arduengo para Bcollector