miércoles, 28 de septiembre de 2016

WU WEI, EL FLUIR COMO FILOSOFÍA VITAL

        La naturaleza, dejada sola, está en perfecto equilibrio.
Masanobu Fukuoka


        Rubén Martín de Lucas, fundador del colectivo de arte urbano Boa Mistura,  decidió  en el año 2015 emprender su carrera artística en solitario. Desde entonces, va forjando con paso firme su trayectoria por medio de unos proyectos profundamente interesantes y coherentes en su evolución. A través de diversos medios como la pintura, la fotografía intervenida o el vídeo, pone el foco de atención en el paisaje y en las relaciones del sujeto contemporáneo con su entorno. El trabajo de campo y la experiencia empírica juegan un papel fundamental dentro de un proceso creativo en el cual, la lectura sociológica, es también un elemento clave.

       En proyectos como La Aldea Flotante, Martín de Lucas abordó la situación de una parte de la población del Sureste asiático obligada a habitar sobre el agua. Con Stupid Borders reflexionó sobre las fronteras (no sólo físicas sino también mentales) que el hombre construye a su alrededor y que determinan su total relación con el entorno y con los otros individuos. En Vacaciones en el Mar retrató el éxodo de la población de las ciudades hacia las zonas costeras de España. Estos flujos migratorios generan unos paisajes vacacionales caracterizados por la masificación y la mimetización de los comportamientos sociales. 

El jardín de Fukuoka de Rubén Martín de Lucas
en la Galería Bea Villamarín

        El Jardín de Fukuoka, su exposición más reciente, se muestra en la Galería Bea Villamarín. Arte & Coleccionismo, de Gijón. Este trabajo habla de agricultura, filosofía y WU WEI (o principio del no-hacer) a partir del libro La revolución de una brizna de paja de Masanobu Fukuoka (1913-2008).

Fukuoka fue un agricultorbiólogo y filósofo japonés que, en textos como el citado y en La senda natural del cultivo, explicó su manera de afrontar la agricultura de forma totalmente respetuosa con la Naturaleza. Su método de cultivo, la llamada agricultura natural,  protegía las características de la tierra y eliminaba los trabajos innecesarios a través de la creación de un ecosistema que dejase a la naturaleza actuar sola. Este método de agricultura natural era presentado como la salvación contra la inercia degenerativa de la agricultura moderna que empleaba prácticas agrícolas negligentes y productos químicos que agotaban la fertilidad del suelo. 

La “agricultura del no hacer”, deja que los cultivos sigan un desarrollo natural a partir de los siguientes principio: no labrar la tierra, no utilizar fertilizantes químicos ni compost preparado, no quitar las malas hierbas mediante cultivo o pesticidas, no usar pesticidas, y no podar. 

El jardín de Fukuoka de Rubén Martín de Lucas
en la Galería Bea Villamarín

Este planteamiento de Fukuoka supuso el punto de partida para el conjunto de pinturas que presenta Martín de Lucas y en el que aprecian dos series bien diferenciadas. Por un lado, los lienzos sobrios de los monocultivos que, a modo de haiku, transmiten lo esencial. La sencillez y austeridad de estos poemas tradicionales japoneses parece tener su paralelo en estas pinturas de gran rigor formal y contención.

Los cuadros de la segunda serie, por el contrario, son orgánicos. En ellos la mancha espontánea y colorida sustituye a la línea recta, meditada y rigurosa. El principio del WU WEI, del fluir y de la no intervención, los salpica aportándoles vitalidad: “Si la naturaleza se abandona a sí misma, la fertilidad aumenta”.

Desierto. Monocultivo VII. 148x148 óleo/tabla

       El jardín de Fukuoka es un proyecto reflexivo, una crítica velada que cuestiona el impacto del sujeto contemporáneo sobre el territorio, su forma de  intervenir en el paisaje y de relacionarse con él. Porque, en última instancia, Fukuoka emite una profundo cuestionamiento acerca de la sociedad de consumo y del desarrollo económico capitalista.

Influido por la filosofía Taoísta y del Budismo Zen, consideró que la degeneración de la tierra discurría en paralelo a la de la sociedad japonesa. Si la tierra se sana, el espíritu humano se purifica de tal modo que la agricultura natural y la salud espiritual del individuo dependen la una de la otra. Todo forma parte de un ciclo. Si a la naturaleza le falta vitalidad, ello se traduce a los alimentos y, a través de la comida, esa ausencia de energía repercute negativamente en las personas. 

Pero la culpa no recae exclusivamente en el sistema industrial y las deficientes políticas agrícolas sino también en el propio individuo, en la extravagancia del deseo humano: “Los consumidores generalmente asumen que ellos no tienen nada que ver con las causas de la contaminación agrícola. Muchos de ellos buscan los alimentos que no han sido tratados químicamente. Pero los alimentos tratados químicamente son comercializados preferentemente en respuesta a las preferencias del consumidor. El consumidor exige productos grandes, brillantes, sin defectos y de tamaño regular. Para satisfacer estos deseos se han difundido rápidamente productos químicos (…). La predisposición del consumidor por pagar altos precios para los alimentos producidos  fuera de la estación también ha contribuido al incremento de la utilización de métodos artificiales de cultivo y la aplicación de productos químicos”.

El jardín de Fukuoka VI. 30x40 óleo/tabla

      Según Fukuoka, el objetivo está en desarrollar una agricultura auto-suficiente que  aporte lo necesario para subsistir pero que evite los trabajos excesivos e innecesarios que merman el descanso y el tiempo libre. El sujeto contemporáneo está tan ocupado que a menudo se le olvida vivir. El WU WEI se convierte, por tanto, en un principio para  aplicar no sólo a la agricultura sino también a la vida: “El fin último de la agricultura natural no es el cultivo de las plantas sino el cultivo de la perfección de los seres humanos”.
El devenir de las estructuras económicas y sociales, así como la crisis de valores del presente, han conducido al mundo por complicados derroteros que precisan de un cambio de filosofía. Masanobu lo tenía muy claro: “Rápido mejor que lento, más mejor que menos, este desarrollo superficial está directamente relacionado con el colapso inminente de la sociedad. Solamente ha servido para separar al hombre de la naturaleza. La humanidad debe detener el fomento del deseo de posesiones materiales y ganancias personales y moverse en su lugar hacia el conocimiento espiritual”.
El ser humano debe buscar el verdadero significado de la vida y aprender a vivir en el aquí y el ahora sin mirar hacia el pasado o hacia el futuro. 

El jardín de Fukuoka XII. 30x40 óleo/tabla

        La sociedad de consumo, la intervención en el hábitat, el sacrificio de la naturaleza en aras de un supuesto desarrollo de la civilización, la sostenibilidad y el fluir como filosofía vital son los temas que Rubén Martín de Lucas aborda en la exposición a raíz de la lectura de La revolución de una brizna de paja.  En una entrevista para Mecenas 2.0 decía lo siguiente: “La naturaleza lo es todo. Mi concepto de naturaleza es más amplio, es la suma de lo que comúnmente conocemos como “naturaleza”, más nosotros, más las relaciones que hay entre ambos. Es decir yo no nos veo como un ente separado. Y ese conjunto, esas relaciones, me interesan profundamente, especialmente nuestro comportamiento y nuestra manera de “habitar” la Tierra.”

De este modo, a través de El jardín de Fukuoka podemos concluir: Somos como habitamos y, también, somos lo que comemos.  


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